lunes, 3 de marzo de 2008

Barómetro: ¡Destruyamos el lenguaje!

"El País" publica su barómetro sobre el posible resultado de las elecciones, la SER dice que en su Barómetro el PSOE sale con tanto y y cuanto y el PP con lo otro, Antena 3 también tiene su barómetro...
En este momento me pregunto, casi textualmente: "¡Pardiez!, ¿un barómetro no es, como su propio nombre indica, un aparato para medir la presión?" Porque "metro" significa medida, pero lo de Bar tiene que ver con presiones, ¿no? Las IsoBaras son líneas que unen puntos de igual presión, una cámara isobárica es una cámara en la que se mantiene la misma presión, un BAR es la unidad de medida de la presión atmosférica, equivalente a 100000 pascales.
Luego, "no se ofenda si le digo: me repita la pregunta": ¿Miden la intención de voto con un barómetro? ¡Vacío mío! (no me hace falta dios), estos periodistas me tienen anonadado (por si me lee alguno, anonadar: Causar gran sorpresa o dejar muy desconcertado a alguien). ¡ Qué profesionales !. Yo sabía un montón de historias sobre cosa que hacer con un barómetro (al final del documento), pero: ¿saber quién va a ganar las elecciones con un cacharro con mercurio dentro? Pues sí, hijos mios (metafóricamente). Si nos vamos a la Real Academia, que cada vez admite más burradas, como la de contactar, ha aceptado un nuevo significado para esta palabra. Supongo que cuando 100.000 periodistas incultos dicen una chorrada, al final la dice todo el mundo y se admite. Como lo de "contact", "la espiral de violencia", "las bien merecidas vacaciones", lo peor de todo: "violencia de género" (¿y la de número?) y un cada vez más largo etc.
Barómetro. 2. m. Cosa que se considera índice o medida de un determinado proceso o estado. La prensa es un barómetro que señala el grado de cultura de un pueblo
Aunque leyendo ahora el ejemplo, me parece que el mensaje va con muy acertada y mala leche :-)
Triste mundo en el que vivimos.
Respecto al resto de cosas que se pueden hacer con un barómetro, todo el mundo conoce la anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen y decía: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro. El estudiante había respondido: Lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuelgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio. Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la revolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta. Correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.

Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunte si deseaba marcharse, pero me contesto que tenia muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: Tome el barómetro y lancéola al suelo desde la azotea del edificio. Calcule el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por Acelera.de la G por T al cuadrado. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, me encontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo: Tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

Perfecto, le dije, ¿¿y de otra manera?? Sí, contestó, este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura.

Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precesión. En fin, concluyó, existen otras muchas maneras.

Probablemente, la mejor sea : Tomar el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.

En este momento de la conversión, le pregunte si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.


Original en Inglés
Saturday Review, el 21 de Diciembre de 1968. Su autor es un profesor americano de física llamado Alexander Calandra.

4 comentarios:

Mario Castro dijo...

Cuando te indignas, te superas a ti mismo

Luis Mendo Tomás dijo...

No puedo estar más de acuerdo. A mí también me cabrea que, según la RAE, una expresión incorrecta (o un uso incorrecto de una expresión) deje de serlo sólo porque mucha gente no lo sabe, o (peor aún) porque a mucha gente le da lo mismo ("se entiende, ¿no?"). Parece que la RAE sólo certifica lo que se usa, sin enjuiciar si está bien o mal. Los que tenemos un poco más de cuidado salimos perdiendo: somos menos.

Luis Mendo Tomás dijo...

Y sí, lo de "contactar" como verbo transitivo (entiendo que te refieres a eso) es lo peor.

Unknown dijo...

Pues no solo.
Contactar como transitivo es chirriante, pero me refiero a contactar para referirse a comunicación. Ya nadie llama, habla, escribe, cuenta, comunica, solo se contacta.
"Contactanos", por favor, como mucho contacta con nosotros, pero nos nos contactes, que a lo mejor no nos gusta nuestro tacto.
En fin.
Gracias por el apoyo...